Espiar al que piensa distinto: 驴hasta d贸nde estamos dispuestos a mirar para otro lado?

En tiempos donde se proclama la defensa de la libertad como bandera inquebrantable, una sombra inquietante se cierne sobre las instituciones republicanas. Una investigaci贸n reciente, firmada por el periodista Hugo Alconada Mon y publicada en La Naci贸n, revel贸 que desde la actual conducci贸n de los servicios de inteligencia se estar铆an elaborando reportes detallados sobre dirigentes opositores, sindicalistas e incluso funcionarios p煤blicos que no responden al oficialismo. Todo esto utilizando fondos del Estado, es decir, dinero de todos.

La gravedad del hecho no reside 煤nicamente en la actividad en s铆 鈥攜a de por s铆 alarmante鈥, sino en la trasgresi贸n flagrante a la Ley Nacional de Inteligencia (Ley 25.520), que proh铆be taxativamente la vigilancia pol铆tica interna. Lo que se denuncia no es un error administrativo, ni una falla t茅cnica. Es un uso deliberado de recursos p煤blicos para confeccionar expedientes sobre figuras pol铆ticas que no comulgan con las ideas del Poder Ejecutivo.

Desde el bloque Democracia para Siempre, su presidente Pablo Juliano fue categ贸rico: 鈥淓st谩n espiando opositores con tu plata鈥. Y no se trata de una frase efectista. Lo que pone en cuesti贸n esta denuncia es si estamos frente a un proceso sistem谩tico de control, una maquinaria que busca identificar, se帽alar y neutralizar voces que disienten. 驴Qu茅 lugar queda entonces para el debate, para la cr铆tica, para la disidencia, si el costo de opinar distinto es ser objeto de seguimiento?

Juliano record贸 que ya en mayo hab铆a pedido formalmente que el jefe de la SIDE se presentara ante el Congreso para rendir cuentas. Lo que parec铆a una advertencia aislada toma ahora una dimensi贸n mucho m谩s oscura: hay nombres, hay fechas, hay reuniones privadas bajo vigilancia. Entre los espiados, por ejemplo, figura el diputado Facundo Manes, cuya agenda personal habr铆a sido registrada y analizada. La pregunta que muchos se hacen es: 驴qui茅n sigue en la lista?

Manes no se qued贸 callado. Su respuesta fue tan clara como inquietante: 鈥淓sto no nos va a dar miedo. Vamos a seguir defendiendo la Argentina que se quieren llevar puesta. Y la libertad de todos鈥. Lo que asoma detr谩s de esas palabras es un pa铆s que lentamente puede estar resignando sus propios principios sin darse cuenta, anestesiado por discursos que prometen un futuro luminoso mientras se silencian voces en el presente.

A menudo los episodios que marcan una inflexi贸n en la historia democr谩tica no suceden de golpe, ni a la luz de todos. Se filtran como goteras, se instalan como rutina, se toleran en nombre de la gobernabilidad. Pero hay se帽ales que no se pueden ignorar. Y una de ellas es la utilizaci贸n del aparato de inteligencia del Estado para custodiar intereses pol铆ticos, en lugar de resguardar a la ciudadan铆a frente a amenazas reales como el narcotr谩fico o el crimen organizado.

El silencio frente a esta denuncia puede salir caro. Porque cuando se normaliza que el poder esp铆e al que piensa diferente, lo que se erosiona no es solo la oposici贸n: es el contrato democr谩tico.

驴Hasta cu谩ndo miraremos para otro lado?