¿DÓNDE ESTà MAURICIO?

Mauricio Macri parece haber encontrado la fórmula perfecta para atravesar la tormenta política: callar. Mientras el gobierno enfrenta denuncias por presuntas coimas, allanamientos y un clima social que se recalienta con ataques al Presidente en plena vía pública, el exmandatario mantiene un silencio tan calculado como incómodo.

Su agenda, sin embargo, no está vacía. En los últimos días viajó a Dinamarca para disputar el Mundial de Bridge, deporte al que dedica cada vez más tiempo. El resultado fue poco memorable: quedó eliminado en la primera ronda. Pero lo importante no fue el puntaje, sino el mensaje político —o la ausencia del mismo. Ante la crisis nacional, Macri optó por un exilio voluntario en las mesas de cartas.

La relación con Javier Milei tampoco ofrece señales de vitalidad. No hay diálogo frecuente ni coordinación política. El vínculo se limita a gestos protocolares, como las felicitaciones a Gustavo Valdés por su triunfo en Corrientes. Nada más. Ni una palabra sobre la inestabilidad del gobierno ni sobre las elecciones bonaerenses que se aproximan.

Cuando interviene, lo hace de manera quirúrgica: ordenó la renuncia de algunos dirigentes cercanos a Patricia Bullrich en la Ciudad de Buenos Aires. Más que un gesto de autoridad, fue un movimiento para reacomodar fichas en un tablero que, por ahora, observa desde lejos.

Eso sí, su presencia no desaparece del todo. Macri eligió estar en la gala por los 80 años del diario Clarín, donde se lo vio sonriente, distendido y con la frase justa: “Estoy en otra cosaâ€. Un cierre elegante para un silencio que, en el fondo, dice demasiado.

Al fin y al cabo, el silencio también es un discurso.